
El rey Charles III, un hombre que esperó casi 74 años para convertirse en rey, fue coronado este sábado en la Abadía de Westminster con toda la pompa y boato que Gran Bretaña podía desplegar.
Gritos de Dios salve al Rey resonaron y las trompetas se dejaron escucharen la abadía después de que el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, colocó la corona de San Eduardo sobre la cabeza del monarca.
Charles juró gobernar al pueblo del Reino Unido con justicia y misericordia y fomentar un entorno en el que las personas de todas las creencias y credos puedan vivir libremente.
El juramento era el segundo de los cinco elementos del histórico rito de coronación, arraigado en más de 1.000 años de tradición.
El Rey dijo que estaba dispuesto a prestar juramento y, tras colocar su mano sobre la Biblia, prometió solemnemente hacerlo. Posteriormente besó el libro sagrado.
A continuación, Camilla, la reina consorte, fue ungida y coronada con la Corona de la Reina María. Los clérigos le entregaron también el Cetro de la Cruz y el Cetro de la Paloma de la Reina Consorte.
Tras el servicio, Charles cambió de corona, utilizando la Corona Imperial de Estado, más ligera. Los reyes volvieron al Palacio de Buckingham en el Carruaje de Estado de Oro. Una vez allí, subieron al balcón junto con otros miembros de la familia real para saludar a la multitud y ver un desfile de aviones militares.
Después de la ceremonia, alrededor de 4.000 soldados marcharon hacia el palacio en el mayor desfile militar de Gran Bretaña en 70 años.

INVITADOS DE ALTO NIVEL
La Abadía de Westminster bullía de emoción y rebosaba de flores fragantes y sombreros de colores a medida que los invitados iban llegando dos horas antes del comienzo de la ceremonia.
Por la abadía desfilaron celebridades como Judi Dench, Emma Thompson y Lionel Richie, junto a políticos, jueces con pelucas, soldados con relucientes medallas sobre las casacas rojas y miembros de la Cámara de los Lores con sus togas rojas.
Entre los dignatarios y líderes mundiales asistentes se encontraban el primer ministro canadiense, Justin Trudeau; la primera dama estadounidense, Jill Biden; el presidente francés, Emmanuel Macron, y ocho primeros ministros británicos actuales y anteriores.
Decenas de miles de personas se congregaron en el centro de Londres bajo la lluvia, y estallaron fuertes vítores entre los bienquerientes que bordeaban The Mall, la gran avenida que conduce al palacio, mientras se veía a Charles y Camilla saludando desde el interior de su Bentley mientras su caravana llegaba al Palacio de Buckingham.
A continuación, la pareja abandonó el palacio en la carroza de Estado del Jubileo de Diamante y, tras un recorrido de dos kilómetros, llegó a la Abadía de Westminster, donde fueron coronados.
El heredero al trono, el príncipe William, su esposa Kate y sus tres hijos asistieron a la ceremonia. El hermano menor de William, el príncipe Harry, que se ha disputado públicamente con la familia real, llegó solo. Su esposa Meghan y sus hijos permanecieron en California.
El hijo mayor de William, el príncipe George, fue uno de los cuatro pajes de honor que portaron la cola de la túnica de su abuelo.
Durante el servicio en la abadía, el príncipe William se arrodilló ante su padre para prometer su lealtad al monarca.

PROTESTAS CONTRA LA MONARQUÍA
Previamente, el grupo antimonárquico Republic informó de que seis de sus miembros, entre ellos el director Graham Smith, fueron detenidos cerca de Trafalgar Square, en el centro de Londres, cuando se preparaban para protestar contra la coronación.
En el lado sur de la plaza, miles de personas se agolparon detrás de las vallas metálicas a lo largo del recorrido de la procesión. En medio de la multitud, decenas de manifestantes antimonárquicos, que portaban altas pancartas amarillas en las que se leía no es mi rey, frase que coreaban con frecuencia.
Algunos de los presentes respondían gritando: Sí, lo es o Es mi rey, y estoy orgulloso de él.
Miles de personas ataviadas con sus mejores galas con la bandera del Reino Unido,con largos impermeables y ponchos, ahogaron fácilmente el ruido de la protesta, pero les irritaba que los manifestantes antimonárquicos ocupen un espacio privilegiado y bloqueen la vista con sus banderas.
Pueden protestar, pero no sostener su bandera, gritó Karen, proveniente de Devon, en el suroeste de Inglaterra.
LA GENTE SE PARA A MIRAR
Incluso en un mundo en el que la gente está saciada de entretenimiento a la carta, la gente se detendrá y mirará, dijo Michael Cole, antiguo corresponsal real de la BBC, porque será una procesión espectacular y un ritual, una ceremonia, diferente a todo lo que ocurre en cualquier parte del mundo.
Pero, como los mejores dramas, era un espectáculo con un mensaje.
Durante 1.000 años y más, los monarcas británicos han sido coronados en grandiosas ceremonias que confirman su derecho a gobernar. Aunque el Rey ya no tiene poder ejecutivo ni político, sigue siendo el Jefe de Estado del Reino Unido y un símbolo de la identidad nacional.
En un momento en que la inflación de dos dígitos está empobreciendo a todo el mundo en el Reino Unido, Charles quería demostrar que todavía puede ser una fuerza unificadora en una nación multicultural muy diferente de la que recibió a su madre.
Por eso, la ceremonia fue un acto más breve y menos formal que la coronación de la reina Elizabeth II, que duró tres horas.
En 1953, se instalaron graderías provisionales en la Abadía de Westminster para aumentar el aforo a más de 8.000 personas, los aristócratas vistieron túnicas carmesíes y pequeñas coronas.
Hace setenta años, la procesión de coronación recorrió ocho kilómetros por el centro de Londres para que unos tres millones de personas pudieran vitorear a la nueva monarca de 25 años, Elizabeth II.
Fuente: RCI