Autor: Edgar Marcano, político y comunicador en Montreal-Canadá.

El escenario que nos confronta hoy en día desafía la lógica, la moral y el sentido de justicia que todos deberíamos compartir. Vivimos en una era donde, increíblemente, existe un país donde un Ministerio de Justicia parcial se encarga de reunir a las víctimas con su verdugo. Es una situación tan absurda que parece sacada de una obra de teatro macabra.

En este escenario surrealista, el delincuente narcotraficante es recibido por la prensa en las afueras de la institución, no con el desprecio que se merece, sino con el alboroto reservado para una estrella de rock. Las cámaras brillan y los flashes iluminan el rostro de quien debería estar escondido en la sombra del desprecio y el repudio.

Esta situación parece un guión meticulosamente escrito, con una precisión enfermiza, donde cada detalle, cada giro de la trama, fortalece la impunidad del infractor. Todo le ha salido de manera impecable, incrementando la arrogancia y el descaro con el que se enfrenta al mundo.

El mensaje, tristemente, ha quedado claro: “Aquel que se confronta con El Don ya sabe a qué se enfrenta“. Es una amenaza que destila veneno, una advertencia que ataca directamente al núcleo de nuestra democracia y de nuestro sentido de justicia.

Es realmente impactante ser testigo de tales barbaridades. Lo peor de todo es que no necesitamos ser espectadores activos o víctimas directas de esta situación para sentir su impacto. Basta con estar vivo, basta con tener conciencia de la realidad para presenciarla.

Esperemos que este escenario cambie pronto y que las instituciones encargadas de la justicia y la ley en todos los países refuercen su compromiso con la verdad y la justicia. Debemos luchar contra la normalización de estos actos y seguir buscando la transparencia y la integridad en todos los aspectos de nuestra sociedad.

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