El duro contraste entre el oro de Marysabel Senyu y la miseria de su hogar

REPÚBLICA DOMINICANA | En el barrio Cumajón, ubicado en lo más profundo de Villa Hermosa, se celebra un triunfo que ha resonado más allá de sus estrechas calles y viviendas humildes. En este lugar reside Marysabel Senyu, la atleta de salto alto que acaba de traer una medalla de oro para la República Dominicana, tras su excepcional participación en los Juegos Centroamericanos celebrados en El Salvador.

Aquí vive Marysabel Senyu junto a su familia.

Con una estatura de 6’4″ y un peso de 164 libras, Marysabel está orgullosa de su logro. Pese a su humilde origen y a vivir en condiciones de pobreza, la atleta dedicó su victoria a sus padres, demostrando que ningún obstáculo es suficiente para frenar el espíritu de lucha y perseverancia.

Marysabel, con su mira fijada en una próxima cita deportiva en Rusia, entrena intensamente durante cinco horas al día, seis días a la semana. Su objetivo: ganar una medalla olímpica.

Marysabel en compañía de sus padres 

En su vivienda, adornada con varias banderas dominicanas, la campeona exhibió su trofeo junto a sus padres. A pesar de la adversidad que representa vivir en un barrio con altos índices de inseguridad, la alegría de Marysabel y su familia resplandece, al igual que el metal dorado de su medalla.

La madre de la atleta, Hermita Fernández, nacida en el batey Higo Claro en 1966, no pudo contener la emoción por el logro de su hija. Louis Coneuis, alias “Machete”, el orgulloso padre que emigró desde Haití en 1973, compartió su historia de trabajo duro en el ingenio Central Romana, donde se desempeña actualmente como sereno de primera categoría.

Imagen de la obra residencial que se realiza al lado de su hogar.

Desde muy pequeña, Marysabel mostró interés por los deportes. Su madre recuerda con nostalgia cómo le daba cheles para que pudiera ir al polideportivo. Hoy, su hija está en la cúspide del éxito deportivo, entrenando bajo la dirección de Natalia Korotoeva, en Santo Domingo.

La familia de Marysabel aspira a recibir ayuda para concluir su vivienda, actualmente en construcción. A pesar de las dificultades, el orgullo por el triunfo de su hija brilla en sus rostros. Para ellos, la medalla de oro de Marysabel es un recordatorio de que no hay obstáculo suficientemente grande como para impedir la realización de los sueños.

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