El persistente legado del temor trujillista en la República Dominicana

Autor: Edgar Marcano, político y comunicador en Montreal-Canadá.

La figura del dictador Rafael Leónidas Trujillo ha dejado un impacto perenne en la memoria colectiva de la República Dominicana. A pesar de que han transcurrido décadas desde su asesinato en 1961, el temor trujillista sigue impregnando la sociedad dominicana, y es imperativo analizar cómo este legado continúa afectando a la nación.

Trujillo gobernó la República Dominicana con un rigor inflexible durante más de 30 años, desde 1930 hasta su muerte. Durante su régimen, estableció un sistema de control y represión que incluía una vasta red de espías y una policía secreta encargada de censurar la prensa, intimidar, expulsar, torturar o asesinar a disidentes en “accidentes” orquestados o “suicidios”. El culto a la personalidad de Trujillo era omnipresente, con los dominicanos obligados a exhibir su retrato en sus hogares y los niños adoctrinados a reverenciarlo en las escuelas.

Aunque el régimen de Trujillo concluyó hace más de medio siglo, el temor trujillista sigue vigente en la República Dominicana. Este temor se manifiesta de diversas maneras, como la desconfianza hacia las instituciones gubernamentales y la persistente inquietud por la posibilidad de un retorno a la dictadura. Además, la sombra de Trujillo sigue influyendo en la política dominicana, con algunos líderes políticos acusados de utilizar tácticas autoritarias análogas a las empleadas por el dictador.

El temor trujillista también ha dejado cicatrices en la psicología colectiva de la nación. La violencia y la represión del régimen de Trujillo han generado un trauma intergeneracional que aún afecta a las familias dominicanas. Muchos ciudadanos siguen siendo reacios a hablar abiertamente sobre política o a expresar opiniones críticas, temiendo las posibles represalias.

Para superar el temor trujillista y avanzar hacia un futuro más democrático y libre, es fundamental que la República Dominicana enfrente su pasado y trabaje en la construcción de instituciones sólidas y transparentes. La educación y la promoción de la memoria histórica son herramientas clave para garantizar que las generaciones futuras comprendan los horrores del régimen de Trujillo y se comprometan a evitar que la historia se repita.

En conclusión, el legado del temor trujillista sigue siendo una realidad en la República Dominicana, y es responsabilidad de todos los ciudadanos y líderes políticos enfrentar este pasado traumático y trabajar conjuntamente para construir un futuro más promisorio y democrático. Solo así podrá la nación superar las sombras de su historia y avanzar hacia un futuro de paz, justicia y libertad.

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