Juliette & Chocolat pone punto final a su era dorada en Montreal

“La emblemática chocolatería cierra sus puertas tras dos décadas de dulce hegemonía”

MONTREAL | El panorama gastronómico de Montreal sufre un golpe melancólico: Juliette & Chocolat, tras cerca de dos décadas de servicio ininterrumpido y la apertura de una decena de sucursales, anunció su cierre definitivo este martes. Un adiós no previsto que ha sacudido a los amantes del cacao en la ciudad.

Juliette Brun, propietaria y mente maestra detrás del imperio chocolatero, confiesa: “La prudencia nos instó a concluir que es más sensato cerrar con dignidad, en vez de persistir tercamente y hundirnos aún más”. Un inesperado giro, considerando que hace apenas un trimestre, durante una entrevista con TVA, la empresaria irradiaba optimismo al conmemorar el vigésimo aniversario de su empresa. “Para mí, siempre ha sido un proceso de reinvención. Continuamente me cuestiono cómo podemos mejorar, innovar y adaptarnos”, había compartido.

La propietaria y mente de Juliette & Chocolat, Juliette Brun.

Sin embargo, el fulgor de esos veinte años pareciera haberse opacado en cuestión de meses. “Nuestros gastos superaban con creces los ingresos que generábamos. Al proyectarnos al futuro, el panorama no era alentador”, desvela Brun.

Desde la irrupción de la pandemia, la estructura de costos de la empresa ha sufrido mutaciones significativas. El incremento en los precios de las materias primas, combinado con el alza de los costos laborales, ha orillado a Juliette & Chocolat a suspender sus operaciones en puntos de venta físicos y recalibrar su enfoque hacia el e-commerce. Adicionalmente, la empresa tuvo que solicitar financiamiento bancario, una estrategia que nunca antes habían implementado, para paliar las pérdidas generadas por el cierre de restaurantes. “Nos hallamos atrapados en préstamos con tasas de interés fluctuantes, lo que significa que, incluso si nuestras ventas se incrementan, las tasas de interés no se quedan atrás”, detalla.

Con diez chocolaterías esparcidas, en su mayoría en la isla de Montreal, el cierre representa el fin de una era. “Es sorprendente cómo, cuando se contempla la posibilidad de cerrar, todo se acelera. Hasta hace seis semanas, jamás hubiese imaginado clausurar todas mis sucursales. Todo este proceso tiene un aire de surrealismo”, reflexiona.

Brun añade: “Como consumidores, notan los precios escalar y se cuestionan por qué no obtienen más valor por su dinero. Pero la realidad es que nosotros, como empresarios, tampoco percibimos más por el nuestro. Nos vemos forzados a ajustarnos a tendencias que nos llevan a elevar precios para mantener la rentabilidad”.

A pesar de este cierre, hay un rayo de esperanza para los aficionados: la producción no cesará por completo, pues la fábrica continuará operativa.

Por: Marcano Sin Tapujos

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